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Hubo un tiempo feliz en tus ojos de pescado
en tus labios de ciempiés
cuando creía que el final cabalgaba sobre tu última mirada
tu última palabra
Y pensé en hacer de ti Becerro de Oro
Rey del vasto territorio mío
verdugo de mis días
Pero sonó el despertador
y la verdadera felicidad
se acerca más a una taza de café
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