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Todos los huesos bajo tierra se han agrupado en tu pisada desnuda; es tan bárbaro lo que se oye si los cielos han pactado brevemente con tu cráneo. Un público eterno se ha tapado el vientre, tus huesos son rugidos por los árboles. No amanece el cielo desarmado en tus labios, hay otros motivos que se ocultan. El agua escarba una de tus pestañas. El olvido llega de rodillas. Escucha el quejido tras una ventana, tocar tus dedos, no sabes que las estrellas son tóxicos benignos: la calle es humedecida. Todos piden sonreír. Junio reúne las estaciones por tercera vez. Tu piel. Repetirte no es tardío, el elevador, el inicio de junio. Ubícate mal en el sol inocente de tu bostezo.

Frank Hernández

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